miércoles, 4 de septiembre de 2024

Cabras e hiladillo

 

 

 

¡Hola! Bienvenidos a mi mercadillo. Aquí estoy, con otra catetilla: cabras, las cabras.

 

Hasta los niños que no han vivido en pueblos saben que las cabras son unos animales con cuernos que dan leche; sin embargo, se cuentan con los dedos de las manos los que recuerdan que por estos lares las cabras eran unas molestas y feas manchas rojas que a las mujeres les salían en las piernas por efecto del calor del brasero. Para evitarlas se hacían unas polainas de cartón que les cubrían las piernas por delante y se las sujetaban atrás con hiladillos, que eran unas cintas blancas o negras, estrechas y muy socorridas. Pero lo mejor para combatirlas era el verano porque en lugar de sentarse al brasero a coser o a tricotar se sentaban a las puertas de las casas.

 

¿Hay algún seguidor que lo recuerde?

 

De todos modos en nombre de estas cabras y del hiladillo gracias por despertarlas, porque las palabras, ya sabemos, no mueren nunca, simplemente se quedan dormidas de aburrimiento cuando dejamos de usarlas.

jueves, 22 de agosto de 2024

Añusgarse

 

¡Hola! Bienvenidos a mi mercadillo. Aquí estoy, con otra catetilla: añusgarse: atragantarse.

 

Ejemplos:

 

—Bebe despacio que vas a añusgarte.

 

—Dale unas palmadas en la espalda para que deje de toser por haberse añusgado.

 

—Siempre que come y grita acaba añusgándose.

 

—Para no añusgarse lo mejor es comer y beber sentado, despacio y escuchando más que hablando.

 

Recordar esta palabra más que añusgar desañusga. En su nombre, gracias por hacerlo.

viernes, 16 de agosto de 2024

Morralla

¡Hola! Bienvenidos a mi mercadillo. Aquí estoy, con otra catetilla: morralla: quincalla, cosas de poca utilidad, despreciables incluso.

—Paga el café que vino tu hijo con los amigos a pedirme para un helado y mira qué morralla me han dejado en el monedero por no dejar a ninguno en blanco.

—Ni se os ocurra reñir a vuestras hijas por salir a la calle cargadas de morralla que a su edad no necesitan joyas, las joyas son ellas, y eso no es hacer el ridículo, es hacer lo que corresponde hasta que cumplan años.

Acabo de tirar toda la morralla de este cajón: invitaciones de bodas de matrimonios que ya están divorciados o con ganas de ir al juzgado, estuches de caramelos que tienen más años encima que el siglo, platillos de cerámica con recuerdo de Bilbao, de Vigo, de Zaragoza… y para qué seguir.

En su nombre mil gracias por darle el valor que como palabra tiene.
 

lunes, 12 de agosto de 2024

Ser o no ser plato de gusto

¡Hola! Bienvenidos a mi mercadillo. Aquí estoy, con otra catetilla: ser o no ser plato de gusto.

 

Ya que andamos entre platos recordemos esta expresión que está ya más tiempo dormida que despierta. En lugar de unos ejemplos veamos lo que dice Chufo Lloréns en La ley de los justos.

 

 —Gusto de verle, don Práxedes. Ignoro cuál es el asunto puntual que le trae hoy aquí, pero celebro la afortunada circunstancia. De cualquier manera, no debería haberse molestado; yo habría acudido a Barcelona, aunque no es plato de mi gusto internarme en esa agobiante ciudad.

 

—¡Y que lo diga! Es incómoda hasta para los que nos manejamos bien en ella. ¡Ni que decir tiene en estos momentos, cuando al calor de la Exposición ha sido invadida por legiones de gentes que han acudido de toda España para mejorar su condición a costa de nuestra tranquilidad! Y cuando se viene de este ambiente marinero y maravilloso que aquí se respira, el contraste todavía es más acusado.

 

En su nombre muchas gracias por este respiro.