¡Hola! ¿Te apetece conocer mi cateta de hoy? Pues pasa, seré breve. Escabechina: destrozo, para entendernos. Una escabechina era lo que se hacía la niña cuando se liaba a quitarse espinillas y se dejaba la cara hecha un cromo. “Anda, mírate al espejo, ya verás que escabechina te has hecho”. Una escabechina era lo que hacía el niño cuando cortaba la carne. “Si no quieres comer, no comas, pero no prepares esa escabechina con la comida”. Pero la peor de las escabechinas era la que hacía el barbero cuando le cortaba mal el pelo a cualquiera de los clientes. “¡Vaya escabechina que me ha preparado el tío de Dios! En cuanto salga a la calle con estas pintas, me silban hasta los perros”. ¿Qué te parece?
¡Bienvenido a mi mercadillo! Aquí podrás encontrar palabras y expresiones salmantinas que la cultura mal entendida arrinconó por catetas. Me parece tan impropio de los que tenemos el don de hablar avergonzarnos de ellas, que hoy, para ponerlas en el lugar que les corresponde, abro este mercadillo. ¿Te gustaría ayudarme? Espero tu visita y, si quieres traerme un regalo, ya sabes lo que me gusta: una cateta de tu tierra. Seguro que tienes muchas. Y antes de irte, ojea mi periódico.
domingo, 9 de marzo de 2014
Escabechina
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