viernes, 15 de agosto de 2025

Badil y badila

¡Hola! Bienvenidos a mi mercadillo. Aquí estoy, con dos catetillas: Badil y badila. El badil y la badila llevan muchas décadas dormidos. Seguro que los que han nacido en este siglo no los han visto ni en fotografías. Empezaron a cantarles nanas las calefacciones y los braseros eléctricos, cerraron los ojos y se quedaron tan dormidos que nadie quiso despertarlos para tomarles la foto del recuerdo. El badil era una paleta de metal, de metal una paleta era la badila. Los dos tenían las mismas obligaciones: remover las brasas de las chimeneas y recoger las cenizas. Pero como mandaban los cánones de la época él las adornaba y ella las limpiaba. De todos modos siempre formaron una pareja ideal. Eran los cánones de su tiempo y cada uno asumió sus tareas sin sentirse desgraciados por ello. Al contrario. Se durmieron la mar de felices, orgullosos de sus servicios incluso. Razón por la que merecen un rinconcito en este mercadillo. María Jesús Las palabras no mueren nunca, simplemente se duermen de aburrimiento cuando dejamos de usarlas, pero en cuanto las llamamos se desperezan, abren los ojos, mueven los labios y nos ayudan a recordar, a aprender, a enseñar. En nombre de las palabras badil y badila mil gracias por despertarlas un ratito.