¡Hola! Si alguna vez, fuera de España, tienes que comprarte unas botas de agua para poder caminar, ni se te ocurra pedir unas katiuskas, como pedíamos en los pueblos españoles en general y en los salmantinos en particular cuando las calles no estaban asfaltadas y había que pisar barros. Nadie te entendería: las botas de agua solo son katiuskas en España. La culpa de que las botas de agua en nuestro país acabaran siendo katiuskas es de una famosa zarzuela escrita por Emilio González del Castillo y Manuel Martí Alonso y música compuesta por Pablo Sorozábal, que se estrenó, en el Teatro Victoria de Barcelona y con gran éxito, el 27 de enero de 1931. La obra se titulaba, bueno, se titula, que las grandes obras no mueren nunca, Katiuska, que era el nombre de la protagonista, una mujer rusa. Katiuska aparecía en escena con unas botas altas de media caña que recordaban a nuestras botas de agua. La similitud hizo que no pocas españolas, cuando iban a comprarse unas botas de agua, dijeran al dependiente: “Déme unas botas de goma, como las que lleva Katiuska”. Y con katiuskas se quedaron, para los restos, aunque afortunadamente ya no necesitemos comprarlas. ¿Pero a que te gusta su historia y que sea nuestra?
¡Bienvenido a mi mercadillo! Aquí podrás encontrar palabras y expresiones salmantinas que la cultura mal entendida arrinconó por catetas. Me parece tan impropio de los que tenemos el don de hablar avergonzarnos de ellas, que hoy, para ponerlas en el lugar que les corresponde, abro este mercadillo. ¿Te gustaría ayudarme? Espero tu visita y, si quieres traerme un regalo, ya sabes lo que me gusta: una cateta de tu tierra. Seguro que tienes muchas. Y antes de irte, ojea mi periódico.
martes, 10 de junio de 2014
Katiuskas
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu visita