¡Hola! La catetilla que hoy traigo al mercadillo no es preciosa, es preciosísima: chupateles. ¿La recuerdas?
Para los que pasaron su infancia en cualquiera de los pueblos de Castilla y León sobran las explicaciones. En sus recuerdos seguirá vivo el de aquellos días de invierno cuando tras una buena helada nocturna los chupateles, largos, finos, puntiagudos, colgaban de los aleros de los tejados como especie de estalactitas que se mataban por rescatarlos para comerlos como si fueran helados antes de que el sol los convirtiera en agua.
Queda claro ¿verdad? Y para que nadie juzgue mal que conste que no se sabe de ningún niño que muriera o enfermara por comer semejantes pirulíes.
Saluditos.
¡Bienvenido a mi mercadillo! Aquí podrás encontrar palabras y expresiones salmantinas que la cultura mal entendida arrinconó por catetas. Me parece tan impropio de los que tenemos el don de hablar avergonzarnos de ellas, que hoy, para ponerlas en el lugar que les corresponde, abro este mercadillo. ¿Te gustaría ayudarme? Espero tu visita y, si quieres traerme un regalo, ya sabes lo que me gusta: una cateta de tu tierra. Seguro que tienes muchas. Y antes de irte, ojea mi periódico.
También llamados CHUPITELES. Si señor.
ResponderEliminarEn efecto, también vale chupiteles. Gracias.
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