domingo, 30 de noviembre de 2014

Hastial

¡Hola! ¿Qué tal? Yo encantada de volver a mi mercadillo después de una larga pausa por razones que ahora no vienen al caso.
    Lo que procede es presentarte mi cateta de hoy: hastial. Preciosa palabra. ¿La conoces?
    El hastial era esa pared exterior de las casas que quedaba al resguardo del aire. En él, por las tardes, se sentaban las mujeres a coser, a charlar. Una costumbre que pasó a la historia. Ya ni en los pueblos se sientan las mujeres en el hastial a coser. 
    No hay razón para utilizarla, salvo que cuadre escribirla en algún texto, pero vale la pena recordarla. Seguramente son muchas las personas que recuerdan a sus madres en el hastial de una casa cosiendo con las vecinas. ¿A que sí?
    Hasta pronto.

martes, 16 de septiembre de 2014

Ser más feo que pegarle a un padre

 ¡Hola! Si hay alguna expresión propia de Salamanca, es la siguiente: ser más feo que pegarle a un padre. Digo hay porque todavía se utiliza, aunque claro está, no por los más jóvenes, por lo que podemos considerarla cateta.
    Supongo que esta expresión no necesita explicaciones. ¿Hay algo más feo que pegarle a un padre? Solo añadir que no solamente sirve para calificar a las personas físicamente, también a los hechos y a las cosas.
    Hasta pronto.

martes, 2 de septiembre de 2014

Ir como las oveas luceras

¡Hola! Simpática cateta la que traigo hoy al mercadillo: ir como las ovejas luceras, siempre juntos, emparejados.
    Se decía de las personas que no sabían ir solas a ninguna parte, que iban siempre en grupo, generalmente formado por hermanos, padres e hijos   y raras veces, porque era propio de personas poco sociables,, amigos. Era una forma elegante de llamarlas borregas, incapaces, por timidez, por miedo injustificado o por desconfianza, de enfrentarse a gestionar algo por sí solas.
    Hasta pronto.

domingo, 10 de agosto de 2014

Estar de buen año

¡Hola! Aquí me tienes, con otra cateta: estar de buen año.
      Si hoy le dijéramos a alguien que está de buen año, solo conseguiríamos dos cosas: o abrirle al aludido la puerta para entrar en una depresión, o que él nos la abriera a nosotros para salir de su vida para siempre.
       Estar de buen año es estar gordo,que era señal de no pasar hambre, de tener para comer, y por lo tanto era una suerte que pudieran llamártelo; hoy, sin embargo, está tan mal visto por la sociedad estarlo que abundan los que dejan de comer o engañan al hambre para no salir del peso que marca la moda y decírselo sería un insulto.
       Es de las pocas expresiones que me congratula que sean catetas, es mejor tener que renunciar a la comida que no tener para comer, que es la razón que la hizo nacer.
      Hasta pronto.

martes, 5 de agosto de 2014

Hacer el ramo

¡Hola! Por fin, después de varias semanas de ausencia, vuelvo a mi mercadillo con una expresión preciosa: hacer el ramo. Pero antes hago un inciso para agradecer a las más de cien personas que lo han visitado pese a no tener novedades. Y sin más demora, vamos con la cateta de hoy.
      Hacer el ramo es una de las expresiones que figura en mi archivo de catetas y que hace unos días me recordaba una amiga en una conversación. Dijo textualmente:
      --Estela tiene casi noventa años y es la que hace el ramo en la residencia –hablaba de una residencia de mayores donde por razones personales pasó dos meses-. No sale de la habitación sin arreglarse como si fuera de boda. Se cambia de traje todos los días. Si el uno le queda bien, el otro le queda mejor, y a ninguno le falta su bolso y zapatos a juego. Da gloria verla. Fue modista durante toda su vida. Vistió con éxito a muchas novias, a muchas madrinas y a muchas mujeres para fiestas en las que con sus modelos llamaban la atención por elegantes –es decir, hacían el ramo-. Cuando alguien le dice que para andar por la residencia –su salud ya no le permite salir mucho- estaría más cómoda con otro tipo de ropa, dice que quien vistió tan bien a las demás, no puede andar entre gente con cualquier pingo.
      Está claro lo que significa hacer el ramo, tan claro como que la expresión ya es cateta, sin duda porque las mujeres de hoy prefieren hacer el jarrón, que los hay preciosos, pero donde esté un ramo…
       Por cierto, Sin pretenderlo, he inventado una expresión: hacer el jarrón. Pero como este no es el lugar adecuado para hablar de palabras nuevas, os invito a que en el próximo número de 30 días deis una vuelta por la sección El Álbum de la Lengua. La presentaré con todas las de la ley.
       
http://mariaje30dias.blogspot.com/ 

      Hasta pronto.

domingo, 22 de junio de 2014

Moro o mora

¡Hola! ¿Conoces esta cateta? Mora o moro, según…Bien, pues aquí te la dejo, con las explicaciones en un párrafo de uno de mis libros inédito: Bella Luna. Pero antes, una aclaración, por si las moscas: nunca se usó, ni la usan los pocos que lo hacemos, en tono peyorativo. ¡Ni mucho menos! 

     Una mañana de domingo, Tarri y Ñoto, cogieron a su hija en brazos y entraron en la iglesia para bautizarla. Iba muy linda con su toquilla de flecos color de rosa y su mantilla bordada en el mismo tono, pero ni más ni menos que cualquier bebé de Mimbres Blancas en semejante día. El cura empezó a santiguarse cuando oyó decir a Ñoto:
      --Quiero que se llame Bella porque es la criatura más hermosa de la tierra.
       No se había besado los dedos cuando Tarri añadió:
     --Y Luna porque es un pedazo de esa estrella de plata que sale por las noches.
     El cura tuvo que santiguarse de nuevo.
     --¡Jesús, José y María! ¡Qué barbaridad! Ese nombre no es cristiano, y si no lo llevaron los santos, ¿cómo va a llevarlo este ángel que simplemente por ser mortal está ya marcado por el pecado Original? Sus razones no justificarán ante Dios sus deseos. Por un lado, todos los niños son bonitos, y si no lo son, a nadie se le ocurre buscarle un nombre a juego. Piensen por un momento que su hija ha nacido con la cabeza como una calabaza y fea como una mona. ¿La habrían querido llamar Calabaza Fea? ¡Pues a no sacar las cosas de quicio! Esta niña es igual de bonita que todas y la luna no anda tirando trozos a diestro y siniestro. ¡Déjense de garambainas y díganme un nombre cristiano!
     Si el cura no cierra la boca, Tarri se lo come con sotana y todo.
     --¡O le pone el nombre de Bella Luna, o la dejo mora! Nota 1: Se decía antiguamente que estaban los niños hasta que eran bautizados. Fin de nota 1.
     Como el cura quería que todos los niños fueran cristianos, tuvo que ceder, pues sabía como se las gastaba Tarri, pero aprovechando que Tarri no sabía leer y escribir y Ñoto sólo lo hacía en minúsculas, escribió en el papel del bautismo un nombre con  mayúsculas  y al echar el agua bendita sobre la cabeza de la niña lo pronunció en latín para no delatarse. El cura quedó en paz con su conciencia y los Lláguez salieron de la iglesia más orgullosos que un pavo real con su Bella Luna. Así de exagerados eran  aquellos padres para su hija y especialmente la madre.

martes, 10 de junio de 2014

Katiuskas

¡Hola! Si alguna vez, fuera de España, tienes que comprarte unas botas de agua para poder caminar, ni se te ocurra pedir unas katiuskas, como pedíamos en los pueblos españoles en general y en los salmantinos en particular cuando las calles no estaban asfaltadas y había que pisar barros. Nadie te entendería: las botas de agua solo son katiuskas en España.
    La culpa de que las botas de agua en nuestro país acabaran siendo katiuskas es de una famosa zarzuela escrita por Emilio González del Castillo y Manuel Martí Alonso y música compuesta por Pablo Sorozábal, que se estrenó, en el Teatro Victoria de Barcelona y con gran éxito, el 27 de enero de 1931. La obra se titulaba, bueno, se titula, que las grandes obras no mueren nunca, Katiuska, que era el nombre de la protagonista, una mujer rusa. Katiuska aparecía en escena con unas botas altas de media caña que recordaban a nuestras botas de agua. La similitud hizo que no pocas españolas, cuando iban a comprarse unas botas de agua, dijeran al dependiente: “Déme unas botas de goma, como las que lleva Katiuska”. Y con katiuskas se quedaron, para los restos, aunque afortunadamente ya no necesitemos comprarlas. ¿Pero a que te gusta su historia y que sea nuestra?

viernes, 6 de junio de 2014

Darle a la tarabilla

¡Hola! ¿Te gusta esta expresión? Darle a la tarabilla.
    La tarabilla, según el diccionario, es:
    La cítola (del molino).
    El zoquete (para cerrar puertas y ventanas).
    La telera (del arado).
    Pero para los salmantinos de las zonas rurales solo era la lengua. Darle a la tarabilla no era otra cosa que darle a la lengua, es decir, hablar mucho y sin sentido, vamos, hablar por hablar.
    Resulta paradójico que hoy, cuando tanto tiempo invertimos en practicar este lamentable deporte, la expresión haya pasado a ser cateta, pero así es, nadie la utiliza ya, ni siquiera los que la usaron en otros tiempos. ¿Por qué será?

sábado, 3 de mayo de 2014

Sátira o sátiro

¡Hola! A ver qué te parece mi cateta de hoy: sátira o sátiro que, aunque era más frecuente llamárselo a las mujeres, los hombres no estaban exentos como sucedía con otras palabras nada agradables de oír.
     Esta palabra fue muy salmantina y lo sigue siendo para quienes nos resistimos a dejar de usarla.
    Una sátira, como bien sabes, es una composición literaria escrita en verso o en prosa que tiene por objeto censurar con acremente (ásperamente, agriamente) o poner en ridículo a algo o a alguien. Deduzco que por esto pasó a llamarse sátira o sátiro a la persona que te dejaba en mal lugar con una contestación fuera de tono o con un mal gesto, en general por costumbre, raras veces de forma accidental. Si alguien era sátiro, lo era siempre, y no eran ganas de poner defectos, era que se lo había ganado a pulso.
    Lo que llama la atención de esta palabra es su relación con la verdadera. ¿A quién se le pudo ocurrir tan genial idea si las personas que la usaban no sabían lo que era una sátira, eran analfabetas en la mayoría de los casos y por supuesto no tenían acceso a la radio, a los periódicos y a la televisión, entre otras razones porque en su época de mayor gloria estos medios no existían, y los que existían, no llegaban? Está claro que la cultura no solo está en los libros.

domingo, 27 de abril de 2014

Ser más ignorante que el que asó la manteca

¡Hola! ¿Me prestas un minuto? Te sobra medio para conocer la cateta de hoy: Ser más ignorante que el que asó la manteca. Sobran las explicaciones. Solo una particular curiosidad: ¿Por qué demonios se habrá dejado de utilizar esta expresión con la de ignorantes que sigue habiendo?
    Perdón, no he dicho nada, solo lo he escrito.

miércoles, 23 de abril de 2014

Cuando Colón baje el dedo

¡Hola! La cateta que hoy saco de mi álbum de tesoritos para dejarla en mi mercadillo es una expresión muy peculiar. Se trata de una expresión que tiene su origen en la ciudad pero fue inventada y usada por los salmantinos de los pueblos. Casi me atrevería a asegurar que los capitalinos ni la conocen. Es la siguiente: Cuando Colón baje el dedo.
    Podría traducirse por nunca, muy tarde, espera sentado, entre otras frases por el estilo que manifiestan incredulidad ganada a pulso. Fíjate en estos ejemplos:
    
    --¿Falta mucho para que llegue el tren?
    --Por su hora cinco minutos, pero coma tranquilo, como de costumbre no vendrá hasta que Colón no baje el dedo.
    --¿Pero cuando piensas casarte?
    --Cuando Colón baje el dedo.
    Esta expresión no fue el fruto de una ocurrencia con suerte, fue la consecuencia lógica de un hecho que explico  con brevedad:
    Es de todos sabido que Cristóbal Colón estuvo muy ligado a Salamanca. De hecho fue huésped de los dominicos en su convento de San Esteban. Razón por la que a dos pasos del convento se encuentra la plaza que a finales del siglo XIX pasó a llamarse de Colón en su honor. En el centro de tan salmantina plaza se encuentra la estatua en bronce del descubridor con el dedo índice apuntando a América, y ahí sigue, con el dedo en alto.
    Salamanca, por aquellos días, era una ciudad que vivía de los estudiantes, de las prostitutas, de los portugueses y principalmente de los habitantes de los pueblos que iban y venían a comprar y a vender. Fueron estos los que ante algo imposible por las razones que fueran empezaron a exclamar “¡Cuando Colón baje el dedo!”, y hasta que no lo baje, aunque cateta, sigue valiendo. ¿O no?

sábado, 22 de marzo de 2014

Ser más tonto que Mandado hacer de encargo

¡Hola! Desconozco el origen de esta expresión, tampoco se me ocurre una explicación razonable, pero es una cateta de las más usadas en Salamanca: ser más tonto que mandado hacer de encargo, o sea, tontísimo.
    Yo, desgraciadamente, la sigo utilizando, y lo lamento porque es señal de que todavía, de vez en cuando, tropiezo con personas que son más tontas que mandadas a hacer de encargo.
    Te la dejo aquí con el deseo de que la conozcas, pero para no tener que usarla; es señal de que no tropiezas con los tontos que tropiezo yo. 

domingo, 9 de marzo de 2014

Escabechina

¡Hola! ¿Te apetece conocer mi cateta de hoy? Pues pasa, seré breve.
    Escabechina: destrozo, para entendernos.
    Una escabechina era lo que se hacía la niña cuando se liaba a quitarse espinillas y se dejaba la cara hecha un cromo. “Anda, mírate al espejo, ya verás que escabechina te has hecho”. Una escabechina era lo que hacía el niño cuando cortaba la carne. “Si no quieres comer, no comas, pero no prepares esa escabechina con la comida”. Pero la peor de las escabechinas era la que hacía el barbero cuando le cortaba mal el pelo a cualquiera de los clientes. “¡Vaya escabechina que me ha preparado el tío de Dios! En cuanto salga a la calle con estas pintas, me silban hasta los perros”.
   ¿Qué te parece?

sábado, 8 de febrero de 2014

Tute

 ¡Hola! ¿Me prestas unos minutos? Los justos para hablarte de la palabra tute.
    Seguramente la conoces referida al juego de cartas en el que gana quien reúne los cuatro caballos o los cuatro reyes si mal no recuerdo, pero tras esta visita a mi mercadillo, la recordarás con otros sentidos bien distintos. 
    Tute, por un lado, significa hacer, u obligar a hacer, un esfuerzo excesivo, fuera de lo normal, por encima de nuestra resistencia, y por el otro usar tanto algo que ya hay que tirarlo. Fíjate en estos ejemplos:
    Ayer fui a buscar leña para el invierno y le di tal tute al burro por traerla toda en un día que el animalito hoy no da tres pasos seguidos.
    Miedo me da pensar en el tute que me espera el fin de semana, tengo que limpiar la casa de arriba abajo, y si deja de llover, podar los rosales.
    El verano pasado le di tal tute a las sandalias blancas que las dejé para tirarlas.
    Si quieres que este año vayamos a la romería, vamos, pero nada de andando,, en coche, que ya no está uno para esos tutes.
    No quería comprar el sillón, decía que prefería las sillas, pero se sentó en él un día para probar y vaya tute que le está dando.
    Aunque no tengas para otra, tira esa camisa, le has dado tal tute que la pobre ya no puede ni con los botones.
    ¡Vaya tute que me di ayer a traer agua! Cuando terminé ya no sabía si lo que traía en la cabeza era el cántaro o la fuente.
    Prepara agua fresca para cuando regresen los hombres del campo que hoy se han dado un buen tute a segar y con este calor...
   Esta palabra tan salmantina alcanzó el grado de cateta cuando gracias a los adelantos los trabajos en general y los del campo en particular, se hicieron más soportables, más llevaderos, menos duros, y cuando el nivel económico permitió que las familias no tuvieran la necesidad de tener que remendar la ropa, pegar y volver a pegar el calzado, reparar con puntos de estaño la loza y otras cosas imprescindibles en los hogares, pero sorpresa sorpresa, acabo de descubrir que los más jóvenes empiezan a utilizarla con el verbo tocar. Te cuento: 
    Laura ha encontrado su primer trabajo. Como tantos otros jóvenes, en una hamburguesería. Le han hecho un contrato de cuatro meses y con una jornada laboral de veinte horas semanales, pero ojo, nada de hacer cuatro horas diarias, puede que un día haga dos, otro cuatro, otro seis... depende de lo que decida su encargada basándose en las necesidades del servicio. Ayer viernes, a las siete de la tarde, me la encontré en una tienda, y he aquí nuestra conversación:
    —¿Estás de mañana esta semana? –pregunté tras saludarnos.
    —Ni de mañana, ni de tarde, llevo toda la semana sin trabajar.
    —¿Toda la semana? ¿Pero qué estás, de vacaciones o de descanso?
    —Ni de una cosa ni de la otra, es que mañana sábado y pasado domingo me toca tute.
    —¿Que te toca tute? ¿Y eso qué es?
    —Pues eso, que las veinte horas tengo que hacerlas en el fin de semana, a diez diarias, todas de un tirón.
    No estoy equivocada pues cuando digo que las palabras no mueren nunca, simplemente se quedan dormidas de aburrimiento cuando, a veces por dejar de necesitarlas, a veces por estúpidas modas, dejamos de usarlas, y algunas, como tute, ante la situación económica y laboral que atraviesa nuestro país, no tienen más remedio que despertarse.
    En tu trabajo ¿también tienes que hacer tutes cuando te toca? ¿Conocías la palabra? ¿Creías que acababa de nacer? Espero tu comentario.

martes, 4 de febrero de 2014

Engatusar

¡Hola! ¿Cómo estás? Yo encantada de recibirte en mi mercadillo. Si esperas un instante, te presento mi última cateta: engatusar. No es otra cosa que ganarse a alguien con zalamerías para conseguir algo.
    Es una lástima que esta preciosa palabra haya alcanzado el grado de cateta porque sigue habiendo engatusadores y engatusados. Para ejemplo, nuestros políticos. Quince días antes de las elecciones nos engatusan con sus promesas, consiguen nuestro voto en las urnas, y una vez en sus poltronas, nos destrozan la vida. ¿O no es verdad?

viernes, 17 de enero de 2014

Astucias

 ¡Hola!
    Aquí estoy, con otra de mis catetas: astucias.
    Fue una palabra muy usada en los pueblos salmantinos. Significa picardías, habilidades para conseguir algo de alguien. Las tenían y las ejercían los astutos.
    Sobran los ejemplos ¿verdad?