¡Hola! Acabo de llegar al mercadillo con una de mis catetillas: mullido o mullida, del verbo mullir, que se utilizaba con el sentido de esponjar la lana de los colchones, de las almohadas, de los cojines… y también con los de cansarse y pegar a alguien, aunque justo es aclararlo, siempre se quedaba en amenazas.
Veamos algunas frases:
Los colchones se mullían para que quedaran blandos una vez al año; las almohadas, todos los días. Normal. No daba el mismo trabajo mullir un colchón que las almohadas y los cojines.
En las noches de verano los vecinos se sentaban en el poyo a tomar el fresco —la catetilla poyo ya está en el mercadillo— y echaban tantas horas que quien más y quien menos se iba a la cama con el trasero mullido.
Mientras que los mayores descansaban charlando, los niños se cansaban jugando, pero había que mullirlos a palos para meterlos en casa.
Los únicos que corrían el riesgo de acabar mullidos por el trabajo y por el palo eran los burros pues no todos eran tan queridos como Platero.
Gracias por la visita.