jueves, 19 de noviembre de 2020

Aparrancarse

¡Hola! Bienvenido a mi mercadillo. Hoy quiero dejarte un verbo más que catetillo (nadie creo que lo use ya) pero muy peculiar: aparrancarse:

 

 Este verbo es el que desesperaba a las madres cuando tiraban de sus hijos para ir a cualquier sitio y estos, rebeldes, enfadados,  se agachaban cuanto podían para no dar un paso más. “Vamos, deja de aparrancarte, que llegamos tarde”. Y  el que sin saber por qué  les quita a los adultos las ganas de hacer algo. “Ayer estuve de un vago que me aparranqué en el sillón (me hice un ovillo) y no hice nada de nada”.

 

Entiendo que el verbo correcto es abarrancarse, pero por estas cosas que suelen pasar, la be la transformaron en pe y, en lugar de abarrancarse, se aparrancaban. ¿Y tú, qué opinas?

 

Saluditos.    

 

jueves, 5 de noviembre de 2020

Guachipeos

¡Hola! Bienvenido a mi mercadillo. He aquí la catetilla de hoy: guachipeos. Podemos traducirla por negocios tan desordenados que dan más pérdidas que ganancias. Guachipear pues con el dinero es lo que hacen las personas que tienen esta condición, que haberlas hailas, aunque ahora a sus negocios los llamemos líos o chanchullos y a ellas liantas o chanchulleras.

 

Sobran los ejemplos ¿verdad?

 

Saluditos.   

 

Caraja

¡Hola! Bienvenido a mi mercadillo. La catetilla que traigo ahora no es de todos los pueblos, pero sí de algunos de la provincia: caraja, que significa tontuna pasajera, bobez TRANSITORIA.

 

—¡Vaya caraja que tengo hoy! —acaba de decirme una persona, MOLESTA PORQUE TODO LE SALE MAL— No doy pie con bola.

 

Saluditos.

 

miércoles, 4 de noviembre de 2020

Zangallas

 

¡Hola! Bienvenido a mi mercadillo. Aquí estoy, con otra catetilla: zangallas, que son cosas inútiles, que ya no sirven y además estorban.

 

—¿Para qué quieres tantas zangallas en ese cajón? Más te vale que las tires a la basura.

 

—He hecho limpieza de cajones y ni te imaginas las zangallas que he tirado.

 

Saluditos.

 

Recuerdos

¡Hola! Bienvenido a mi mercadillo. Me duele llamar catetilla a la palabra que traigo hoy: recuerdos, esos que ya solo los raros les mandamos a los demás con alguien en un mensaje, en un encuentro o a través del teléfono.

 

—¿Cómo están tus padres? Dales recuerdos de mi parte.

 

Ahora lo habitual es enviar besos, besos que no se dan, claro está, pero es tal la fiebre de besar que hasta en los programas de radio y televisión los presentadores se despiden con besos de los oyentes y televidentes. ¿Hay algo más ridículo? ¿A santo de qué viene esa obsesión por besar sin besos incluso a quienes ni conocemos ni conoceremos jamás? ¿Se sentirán mejores personas por manifestarse tan besuconas?

 

 Esperemos que se pase la fiebre y dejemos los besos para cuando corresponden: despedidas, recibimientos, encuentros que alegran… y volvamos a enviar recuerdos, que es la mejor forma de demostrarle a alguien que lo tenemos en nuestra memoria y le deseamos lo mejor del mundo, por lo que si hay alguna palabra que no merece el olvido, es la palabra recuerdos.

 

Saluditos.

 

jueves, 8 de octubre de 2020

Peronia

                        

¡Hola! Bienvenido a mi mercadillo. Rara la catetilla de hoy: peronia. Yo la conocí con el sentido de “avería”  pero seguro que en otros pueblos la utilizarían con otros sentidos como trastadas . Mejor cito algunos ejemplos:

 

-Vaya peronia que se ha hecho Teresa: ayer se cayó de la forma más tonta y se ha roto la tibia y el peroné.

 

-Vaya peronia que tiene el paisano: no hace más tonterías al día porque no tiene más horas.

 

-Ese chico es un tormento: no deja de hacer peronias.

              

         

                    Saluditos.     

                                                                         

domingo, 12 de enero de 2020

Andai agudos a escolumbrar el cuento

Hola a Montse, hola a todos. Hoy no vengo a mi mercadillo con una de mis catetillas, vengo con mi particular traducción de la expresión que tan gentilmente ella nos ha dejado en su comentario.

“Andai agudos a escolumbrar el cuento”, nos cuenta que de niña les decía su vecina a ella y a su nieto. Está claro que la teníais tan harta que os mandaba con la música a otra parte para que la dejarais en paz un ratito. Bonito recuerdo, ¿verdad? Es curioso observar cómo una simple frase puede hacernos recordar a una persona toda la vida. Pero si yo tuviera que escribirla de forma más estudiada, la escribiría así: “Andar despiertos (vivos, sagaces) a columbrar (averiguar algo de lo que solo se tienen indicios, conjeturas, sospechas) el cuento”.

Expresiones con el verbo columbrar, escolumbrar que decían ellos, no figuran en mi cuaderno de palabras dormidas, porque las palabras no mueren nunca, simplemente se quedan dormidas de aburrimiento cuando dejamos de usarlas, pero creo que fue un verbo muy usado por la zona de Villoria y pueblos alrededor. ¿Andaré acertada?

De todos modos, en nombre de la expresión, gracias por despertarla para darse un paseo por mi mercadillo donde, como todos los seguidores, serás siempre bien recibida.

Saluditos.

jueves, 9 de enero de 2020

Mentar

¡Hola! Bienvenido a mi mercadillo. A ver si te gusta la catetilla que traigo hoy: mentar. Podemos traducirla por hablar con alguien de alguien, generalmente que no vemos con frecuencia y bien. También por nombrar cosa o persona. Fíjate en los ejemplos:

-Te llamo porque ayer te mentamos en casa, y tanto hace que no sabemos de ti, que prometí llamarte hoy para informar.

-No creas que no me acuerdo de ti, raro es el día que no te miento.

-¡Vaya! Te estábamos mentando en este momento.

También se mentaba para mal. Las abuelas lo sabían porque les zumbaba el oído izquierdo. Sobra decir que si el que les zumbaba era el derecho las mentaban para bien.

¡Qué cosas!

Saluditos.




miércoles, 1 de enero de 2020

De tacadía

¡Hola! Bienvenido al mercadillo. Hoy llego con una palabra más que catetilla: de tacadía. Si queda alguien que la usara seguro que los años impiden que la recuerde. Significa de todos los días, y alude a la ropa de vestir.

Cuando esta palabra circulaba de boca en boca por algunos pueblos salmantinos, las personas no tenían para vestirse más que un traje para los días señalados: fiestas, bodas, domingos… El resto de los días se vestían con la misma ropa; por eso se la llamaba ropa de tacadía, es decir, de diario o de todos los días. ¿Entendido?

Ni siquiera figura en el diccionario, pero aunque lleve tantos años dormida, merece un hueco en este mercadillo.

Feliz año nuevo.