martes, 28 de mayo de 2019

Venirle de perilla

¡Hola! La catetilla que hoy traigo al mercadillo es una expresión que tuvo sus buenos tiempos y que hoy está olvidada por completo. Te la presento sin más: venirle de perilla.

Podemos traducirla por venirle como anillo al dedo o de molde, que escribía Cervantes en el Quijote, o lo que es igual: dar con algo que nos viene bien para algo en un momento dado.

Imagina que tienes que clavar una punta de la mesa del escritorio que baila y no tienes martillo a mano. De repente te fijas en una piedra decorada que te sirve de pisapapeles, la coges y todo resuelto, porque la piedra te vino de perilla para clavar la punta que tanto molestaba.

Y ahora viene el misterio: ¿Cuál es su origen? Ninguno de los significados que recoge el diccionario parece que tenga que ver con esto. Pero se me ocurre una explicación muy apropiada al menos. Vamos con ella:

Aunque para nosotros disponer de luz eléctrica en nuestras casas nos parece lo más normal del mundo, no fue así para nuestros antepasados, y no tan pasados, por cierto. Recordemos que en algunos pueblos de nuestra provincia no se pudo decir adiós al candil hasta bien avanzada la década de los cincuenta del siglo pasado y el sistema nada tenía que ver con el de nuestros días. Por entonces estaba formado por una red de cordones que serpenteaban por las paredes a sus anchas. Las llaves para encender y apagar tenían forma de una pera pequeña que colgaba del extremo de un cordón. La que mejor venía era la pera que se ponía a la cabecera de la cama, porque solo había que sacar la mano de entre las sábanas, coger la perilla, pulsar en el interruptor que tenía en la parte inferior, y se hizo la luz, que era todo un milagro. Habría algo más útil que una perilla de aquellas?

Y ya sabes: si se te ocurre otra explicación más ingeniosa, bonita o adecuada, la espero.

Saluditos.