sábado, 29 de diciembre de 2012

Caerse la guinda o la moca y moquina

¡Hola! ¿Quieres conocer dos expresiones propias de esta época? Pues aquí las tienes: caerse la guinda o la moca, o sea, los mocos, como consecuencia de un catarro nasal producido generalmente por los fríos del invierno. Ambas son muy salmantinas, y digo son porque aunque por personas de mediana edad en adelante y procedentes de zonas rurales, se siguen utilizando cuando hay que tirar de pañuelo como es natural. Los muy jóvenes o capitalinos preferían decir que tenían moquina. En los pueblos moquina se utilizaba para referirse a los niños muy pequeños: “No sé si llevar el niño al médico, lleva dos días con una moquina que no me gusta nada”. En el primer caso denotaba cursilería; en el segundo, ternura. Personalmente prefiero decir “Se me cae la guinda” a “Se me cae la moca” o “¡Vaya moquina que tengo!”, pero aunque ya catetillas, tanto las expresiones como la palabra, me parecen demasiado preciosas para olvidarlas.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Corrobla

¡Hola! Aquí me tenéis, colocando otra cateta: corrobla, que significa festejo, celebración, convite para celebrar algo. Antiguamente, y no tan antiguamente, los ganaderos salmantinos, como todos los ganaderos del país, vendían y compraban sus animales en las ferias de ganado. Al final de los tratos, bien el comprador, bien el vendedor, invitaba para celebrar el éxito de la operación. Al convite, además de las partes, se sumaban los acompañantes del que compraba y del que vendía, el o los que intervenían para mediar en la operación si surgían desacuerdos, y cómo no, los gorrones que nunca faltan. Este convite se llamaba corrobra, que quería decir corroborar, y que venía de robra, que era el contrato que firmaban las partes. Con el tiempo, las corrobras, salieron de las ferias y llegaron a los pueblos para festejar el Día de las Águedas, el Martes de Carnaval y otras fechas señaladas. Y ahora viene la pregunta: ¿Por qé digo corrobla si eran corrobras? Pues he aquí la respuesta: Los serranos salmantinos, al igual que con otras palabras, le cambiaron la erre por la ele, y con corrobla se quedó para los restos, digo se quedó porque aunque ya nadie hace corroblas, se sigue utilizando como nombre de algunos establecimientos. Es fácil encontrar por la zona algún bar o restaurante que se llame La Corrobla. ¿Hay alguna forma más hermosa de conservar nuestras catetas?

lunes, 12 de noviembre de 2012

Sobrado o sobrao

¡Hola! ¿Habéis visto en los comentarios la cateta extremeña que nos ha dejado Maripaz? Pues bien, por aquí también tenemos una cateta para decir truje o troje: sobrado o mejor dicho sobrao, que es muy de esta tierra ignorar la d de las terminaciones en ado. Era también el lugar donde la gente del campo guardaba los frutos de las cosechas que sobraban o no se vendían por alguna razón. Quizá de ahí venga la palabra: guardar las sobras, lo que sobraba, lo que no se hacía dinero porque se necesitaba para el consumo familiar. En las casas de los pueblos ya no hay sobraos, se van reformando y esa pieza en la parte más alta sobra. Ahora los herederos de las casas prefieren hacerse una bodega, para guardar vinos, quesos y embutidos con los que obsequiar a los amigos que van de visita y les permiten presumir de “chalé”. Los frutos de las cosechas o no nacen porque nadie los siembra, o se mueren en el lugar que nacen porque nadie los recoge. Pero aunque nadie utilice esta palabra, yo diría que todos la conocen. Le sucede lo que a otras muchas: que como ya no hay sobraos, no hay que subir o bajar de ellos, o sea, ha desaparecido la necesidad de usarla. Pero personalmente la sigo escribiendo, y si yo la escribo, al menos yo la seguiré leyendo.

sábado, 3 de noviembre de 2012

Magosto

¡Hola!: ¿Te vienes de magosto? Pues aunque con algo de retraso –debimos ir anteayer-, vamos a hacer el magosto, hace una tarde de viento pero seguro que arde la hoguera y lo pasaremos muy bien. ¿Que te explique antes qué es el magosto? Pues naturalmente, para eso estoy aquí. El magosto se hacía en la Sierra salmantina en particular y en todos los pueblos de la provincia en general la tarde del 1 de noviembre festividad de Todos los Santos. Mientras que los mayores se iban a sufrir al campo santo, los jóvenes se iban a divertir al campo. Iban en pandillas, cada cual con la suya. Todos llevaban un cestillo de castañas, nuevas si ya habían nacido las primeras, o del año anterior si la cosecha venía con retraso. Ya en el campo hacían una hoguera, asaban las castañas y a comerlas entre risas, bromas y demás ingredientes propios de estas reuniones. El magosto pues era la hoguera, las castañas, la excursión. ¿Cómo, que no te apetece? Ni a mí tampoco, entre otras razones porque ya nos han prohibido hacer lumbre en el campo, este año todavía no hay castañas y ya no se guardan de un año para otro, ya hemos pasado la edad de saltarnos las leyes a la torera sin más y para colmo los jovencitos se reirían de nosotros; ellos, ahora, prefieren, aunque algunos se jueguen la vida como este año en Madrid, hacer o ir, que no sé qué verbo es correcto, de halloween. ¿Pero a que te ha gustado descubrir esta palabra? Pues a usarla en cuanto haya castañas, que en casa también puede hacerse un magosto.

martes, 9 de octubre de 2012

Tupir, tupirse y tupa

¡Hola! No hace falta que lo jures. Ya sé que te han llamado más la atención las catetas comentadas por Helita que la de mi última entrada. Pues bien, entra un instante; también están en mi mercadillo y quiero hablarte de ellas. Es curioso observar el sentido tan distinto que les damos a las palabras en unos y otros lugares. En Salamanca también se utiliza el verbo tupir o tupirse para decir que estamos hartos de comer, pero ojo, no de comer mucho, más bien de comer algo con tanta frecuencia que se le ha cogido manía. “Me encantaban las lentejas pero he comido tantas que ya estoy tupida de ellas y no puedo tragarlas”. Pero el verdadero sentido que por estos lares se le da a tan bello verbo es psicológico. “Llévate a los niños que ya me tienen tupida”, o sea, harta de aguantarlos. “Queda uno tupido”, es decir, harto, cansado de un trabajo físico o labor continuada. “Me voy a dar un paseo que ya estoy tupida de estar sentada”. “¿Pero es que no te tupes de dar guerra?”, diría una madre tupida de las travesuras de su hijo. Y vamos a la palabra tupa. Aquí no se dice tupitada, se dice tupa, y con muy distinto sentido. Fíjate en estos ejemplos: “¡Vaya tupa a correr que nos hemos dado!” “¡Qué manera de llover! Mira que tupa de agua traigo, y de momento sigue lloviendo”. “¿Será animal? Acaba de darle una tupa de palos al burro que lo ha dejado baldado”. Un poco salvaje el ejemplo ¿verdad?, pero quería decirte que la tupa además de cansancio, de agua y otras molestias, puede ser de palos. Por último habrás observado que tanto del verbo como de la palabra hablo en presente. Tiene su explicación, se siguen utilizando, aunque eso sí, por personas mayores, en su mayoría procedentes de zonas rurales y de bajo nivel cultural, lo que las convierte a la vez en catetas.

lunes, 8 de octubre de 2012

Guipar

¡Hola! ¿Me prestas cinco minutos? Me sobran tres para presentarte una palabra que a buen seguro te resulta familiar. Se trata de la palabra guipar: ver, descubrir, percivir algo que nos quieren ocultar. ¿A que aunque te resulta cateta no te resulta desconocida? Naturalmente. Me atrevo a decir que esta palabra se ha utilizado en todos los pueblos de España pero merece un hueco en mi mercadillo porque o mucho me equivoco o en la sierra salmantina se utilizó más que en otras zonas. Fíjate en estas frases: “Guardé bien la tarta de cumpleaños pero al final me la guiparon antes de tiempo y tuve que sacarla”. “Guarda bien los regalos de reyes si no quieres que los chicos te los guipen antes de tiempo”. “No me escondas los bombones que ya te los he guipado”. Pues bien, si la conoces, ¡anímate a usarla! Es preciosa.

domingo, 7 de octubre de 2012

Viciar o aviciar

¡Hola! Al hilo de la cateta vicio, que también fue muy usada en Extremadura según nos comenta Helita, quiero presentaros el verbo viciar o aviciar, que de ambas formas se decía. Está claro que significa abonar las tierras, estercolarlas con estiércol. En Salamanca, como supongo que en Extremadura, no es que hayan desaparecido estas palabras, es que han desaparecido los que las usaban, o sea, los campesinos, pero seguro que entre los que quedan todavía hay alguien que las usa sin rubor alguno.

domingo, 30 de septiembre de 2012

¡Malóvade!

¡Hola! Después de varias semanas y con prisa, os presento una expresión rarísima: ¡Malóvade! ¿Que qué significa? Literalmente ¡qué lástima! Ejemplo: “¡Malóvade! Pensaba llamarte anoche, pero al final se me olvidó”. ¿De dónde viene esta expresión y por qué? Ni idea. ¿Se sigue utilizando? A lo mejor exagero pero creo que solo la utilizo yo. Por lo tanto, no está muerta.

sábado, 16 de junio de 2012

Furriona

¡Hola! ¿Pensabais que me había olvidado? Pues no, aquí estoy, para dejar en mi mercadillo la cateta pendiente.
Furriona: gran fiesta, fiesta muy grande, generalmente de jóvenes, fiesta en la que corren sin freno el vino, la comida y demás ingredientes propios de un fiestón.
Desconozco el origen y no se me ocurre ninguno razonable. Solo puedo deciros que nunca la oí fuera de la Sierra salmantina, ni siquiera en otros pueblos de la provincia. Es de las más catetas pues, pero ¿a que os gusta más que la palabra botellón? Pues a la venta está, el que quiera que la compre, solo cuesta una visita y llevarla en la memoria.

jueves, 14 de junio de 2012

Comerse la inclusa y comerse a Dios por una pata

¡Hola! ¿Qué tal? Yo muy bien, dispuesta a matar dos pájaros de un tiro, pero tranquilos que ni veo pájaros a mi alrededor ni tengo escopeta; es simplemente la expresión que me permite anunciaros que hoy traigo a mi mercadillo dos catetas que significaban lo mismo, una digamos que más normalita, la otra más bien suena a blasfemia. Son las siguientes expresiones: comerse la inclusa y comerse a Dios por una pata. Con ambas se decía lo mismo: comer mucho, con ganas y bien. Algunos ejemplos: “Traigo tanta hambre que ahora mismo me comería la inclusa”. “No sé tus hijos pero los míos se comen a Dios por una pata”. “Parece que van a comerse la inclusa y luego me toca tirar comida”. “Estos son capaces de comerse a Dios por una pata”. “A estos todo le viene bien, son capaces de comerse la inclusa”. En estos ejemplos podemos observar lo siguiente: comerse la inclusa se utilizaba tanto para afirmar que se comía mucho, como para decir que parecía que se iba a comer mucho y luego no se era capaz; comerse a Dios por una pata, sin embargo, solo se utilizaba para afirmar, es decir, que o le quitabas el plato, o se lo comía también.
¿De dónde vienen estas expresiones tan de la Sierra salmantina? La inclusa, como es sabido, era la casa oficial, el centro o lugar donde iban a parar los niños expósitos para ser cuidados y criados. Los niños que llegaban a las inclusas no lo hacían con un pan debajo del brazo precisamente, y desgraciadamente tampoco en ellas lo encontraban de sobra, eran tiempos difíciles, para todo y para todos. Es normal pues que aquellos niños siempre se quedaran con hambre, y que de no andar las monjas al hilo, fueran capaces de comerse lo suyo, lo del compañero de mesa y lo de toda la inclusa. Nada raro pues es que de esta circunstancia venga la fama de “tragones” de aquellos niños, fama que con el tiempo salió de las inclusas y la calle se encargó de formar esta expresión que no tardó en echar raíces. De comerse a Dios por una pata, ni conozco el origen verdadero, ni se me ocurre una posibilidad aceptable, a lo más que llego es a suponer que en alguna furriona…
¡Ah!, ¿Que qué significa esta palabreja? Entiendo que te guste. Es preciosa. Pero te lo contaré mañana, es hora de cerrar el mercadillo y quiero acabar de colocar estas.
Decía que posiblemente, en alguna furriona, algún “alcornoque”, de los que nunca faltan en tales eventos, dijo la frase sin pensar, de forma espontánea, por casualidad, la frasecita hizo gracia, todos la rieron y pasó a formar parte del vocabulario popular, que las palabras, como las cosas y las personas, de cien veces una triunfan por lo que valen, y las demás por el ruido que hacen.
Por último añadir que fuera de la sierra solo se utilizaban y se siguen utilizando en las familias que proceden de allí, y como es mi caso por parte materna, no tengo que empezar a utilizarlas, las utilizo desde niña.

jueves, 24 de mayo de 2012

Ir en piernas

¡Hola! Hoy que por fin, después de siete meses de frío y no sé cuántas semanas de una primavera que tan pronto se adelanta al verano como se atrasa al invierno, he podido salir a la calle en piernas, te presento, con gran alivio, esta expresión.
¿Que qué querían decir con ella nuestras madres y nuestras abuelas? Pues sencillamente que iban sin medias, con las piernas al aire, es decir, lo que todas hacemos en cuanto llega el buen tiempo, y si lo seguimos haciendo, ¿por qué vamos a dejar de decirlo? Yo desde luego no, estoy tan encantada de ir en piernas, como de usar la expresión.

lunes, 14 de mayo de 2012

No valer ni para atar una escoba

¡Hola! Pasa y siéntate aquí, a la sombra, que por fin hace calor, y mientras descansas te presento una de mis catetas: No valer ni para atar una escoba.
¿Qué qué se decía con esta expresión? Pues que se estaba ante una persona sosa, parada, de poca iniciativa y ninguna decisión, o sea, que no valía ni para hacer lo fácil. Y dicho esto, adivino la pregunta: ¿Tan fácil era hacer una escoba que para llamar a alguien inútil surgió la expresión? Pues sinceramente creo que no, que hacer una escoba era todo un arte. Primero había que esperar a tener las plantas necesarias y luego cortar, seleccionar y preparar las ramillas que iban a utilizarse. Después, convertidas en varillas flexibles, había que ordenarlas minuciosamente para fijarlas al extremo de un palo, si la escoba era para barrer las casas, o a un mango, si la escoba era para barrer la calle, los corrales o la parva, con un trenzado que se remataba con un laborioso nudo. Pero era algo que todos sabían hacer muy requetebién, y como lo que sabemos hacer siempre nos parece fácil, dieron por hecho que las personas así no valían ni para atar una escoba.
Mil años hace que no oigo esta expresión y nunca la oí fuera de estos lares, pero teniendo en su construcción la palabra escoba, no va a permitir que la borren del mapa; por lo tanto, si lees algo que yo escriba, seguro que antes o después te la encontrarás, y no preguntes qué significa, que a por la respuesta, te mandaré al mercadillo.

sábado, 28 de abril de 2012

Testarazo

¡Hola! Acabo de darme un testarazo por imbécil y en lo que se me pasa el dolor y el cabreo os presento esta palabra. ¿Que qué significaba? Golpe dado o recibido en la testa, o sea, en la cabeza; lo que acabo de sufrir yo, en un despiste, con una puerta que ni dejé cerrada, ni dejé abierta. Pero tranquilos, ya se pasó el dolor, aunque eso sí, dejándome un cardenal que espero no llegue a papa. Y sobra decir que para mí es una palabra al uso.

sábado, 7 de abril de 2012

Pesebre

¡Hola! Hoy te traigo una palabra la mar de curiosa: pesebre. ¿Que la conoces de sobra? Pues no, creo que no; fuera de esta tierra no la he oído nunca y suelo fijarme en estas cosas. Pero no te falta razón. Pesebre es un cajón alto, rectangular, de madera y paredes gruesas donde comen los animales, también el belén que tradicionalmente montamos en Navidad, pero en algunos pueblos de Salamanca, no en muchos, significaba cataplasma, cabezón, o algo a caballo entre ambas cosas. Pesebre pues era un niño que le decías ven y seguía con lo que tenía entre manos, que le negabas algo, y seguía y seguía pidiéndolo, aunque eso sí, sin alterarse, que le decías por aquí, y seguía por allí, ¡vamos!, que le hablaras como le hablaras, él ni flores.
Lo curioso de esta palabra es que solo se usaba para los niños, nunca para las niñas, ni tampoco para los adultos. ¿Que si no había niñas pesebres? Claro que las había pero es posible que quien tuvo la ocurrencia de relacionar esta actitud de los niños con los pesebres de los animales –seguramente por las propiedades de firmeza, de dureza que comparten- desconocía que hay palabras que sirven para los dos sesos y lo de pesebra le sonó mal.
Aunque nadie utiliza ya esta palabra, yo la sigo utilizando, tanto para niños como para niñas, aunque eso sí, para que ni unos ni otras me cojan manía, suelo recurrir al diminutivo y los llamo pesebritos, tiene más dosis de cariño que de enfado y para evitar "enfermedades" me parece imprescindible administrar bien las fórmulas de las palabras.

sábado, 24 de marzo de 2012

Ser de cáscara amarga o tenerla

¡Hola! He aquí una expresión muy acertada: ser de cáscara amarga o tenerla.
Se decía por estas tierras de las personas malas, pero puntualicemos, no de las personas malas a conciencia, dispuestas a hacer daño porque sí o porque no, de las personas que nunca hacían un favor a nadie, que a nadie echaban una mano, que ni siquiera por interés daban confianza para pedirles algo por insignificante que fuera.
El sentido le llegó sin duda de la fruta que por ácida y de piel verde no hay quien le clave el diente.
Sigue habiendo personas sin azúcar. Por lo tanto, no puedo dejar de usarla. ¿Qué te parece?

jueves, 8 de marzo de 2012

Espiga y espigar

¡Hola! Hoy vengo con dos catetas tan valientes que para los de casa no necesitan presentación: espiga y espigar.
La espiga era, es y seguirá siendo a juzgar por su buena salud, el dinero que en las bodas dan los invitados a los novios como regalo, y espigar, claro está, el hecho de darla.
Las llamo valientes porque ni la cultura ni la incultura han sido capaces de arrinconarlas. Al contrario. Nacieron en el pueblo, en el pueblo se criaron y en el pueblo vivieron y envejecieron, pero con los años, seguramente cuando las bodas dejaron de celebrarse en las casas para hacerlo en los hoteles de la ciudad, empezaron a viajar con tanta naturalidad que todavía hoy, en todas las bodas, absolutamente en todas, al final del banquete, los invitados desfilan ante la mesa nupcial para espigar y los novios, radiantes de felicidad, recogen la espiga.
¡Enhorabuena!
Añadir además que el conjunto de todas las espigas también es llamado la espiga.

martes, 6 de marzo de 2012

Ser de colmillo retorcido o tenerlo

¡Hola!
¿Te ha gustado alguna de mis catetas? Pues a ver qué te parece ésta: ser de colmillo retorcido y tenerlo, que con ambos verbos hacía buenas migas.
¿Que si quería decir lo mismo? ¡Ni mucho menos! Ser de colmillo retorcido era ser astuto, falso, de mal carácter y enemigo de dar confianzas; tenerlo lo tenían los que gracias a su experiencia no se dejaban engañar, manipular o convencer fácilmente. Tanto en un caso como en el otro se utilizaba en contra del aludido, para afear su conducta, nunca para alabársela. En el primer caso, siempre lo entendí, en el segundo, nunca. ¿Por qué el tener experiencia estaba tan mal visto? -me preguntaba de niña, y en cuanto fui mayor, encontré la respuesta: eran malos porque los que quieren engañar y no lo consiguen, los que quieren manipular y no pueden, los que quieren convencer de algo que no deben tienen por sistema transformar su defecto en virtud y las virtudes de los otros en defectos. Así éramos los seres humanos, así somos y seguiremos siendo. Por lo tanto y hasta que las personas no cambiemos, seguiré usando esta expresión con ambos verbos, pero eso sí, con el verbo tener para las personas difíciles y con el verbo ser para las experimentadas.

sábado, 25 de febrero de 2012

Darle en las mataduras

¡Hola! Acabo de hablar con una amiga de la palabra mataduras. Según ella, su abuela, también de un pueblo salmantino, usaba la expresión darle en las mataduras, es decir, decirle a alguien algo con la intención de herir su amor propio, su orgullo, su dignidad. ¡Vamos!, darle donde más le duele, para que se fastidie.
Queda claro pues que viene de una palabra con mucho sentido común. ¿Hay algo más molesto que el que te hurguen en una herida? Por esto está bien que la conozcamos, pero usarla, mejor no hacerlo, darle a alguien en las mataduras es algo que sólo podemos hacer con mala intención, y está bien que nos apropiemos de las palabras que se inventaron para los animales, pero de las conductas propias de ellos…

domingo, 19 de febrero de 2012

Las mataduras

¡Hola! Me gustaría que nunca tuvieras que utilizar esta palabra, pero por si acaso, te la presento: mataduras.
Las mataduras eran esas heridas que causan en los pies unos zapatos cuando son nuevos, de baja calidad o cuando son de un número inferior al que necesitan. ¿Molesto, verdad? Tanto que hasta sobraba decir lo que se decía en tal circunstancia: “Traigo unas mataduras en los pies que no puedo dar un paso más”, porque bastaba mirarles a la cara para saber que los zapatos les habían hecho daño.
Ésta es una de esas palabras que nació para los animales y que las personas, de forma espontánea, decidieron usar para ellas, fenómeno muy propio de las zonas rurales. Las mataduras son las llagas que se les forman a las bestias al ludirles el aparejo o cualquiera de los aperos. Puede que por esta razón parezca más catetilla que las demás, pero no cabe duda de que es una palabra con mucho sentido común, las mataduras matan y unos pies víctimas del roce del calzado son unos pies matados, o sea, muertos. Así pues y por la cuenta que me tiene procuraré no tener que usarla más que para escribirla cuando venga a cuento.

jueves, 16 de febrero de 2012

Ser el ojito derecho

¡Hola! ¿Cómo estás? Yo encantada de presentarte esta expresión: ser el ojito derecho.
Ser el ojito derecho de alguien era ser su persona preferida, la más querida entre todas, la más mimada, la más consentida, esa persona que hiciera lo que hiciera y como lo hiciera, siempre y todo estaba bien hecho. Los ojitos derechos niños no tenían que ser necesariamente de la familia, podían serlo hijos de amigos, de vecinos, pero los adultos tenían que ser hijos, padres, nietos, abuelos, hermanos o parientes que sin ser muy allegados tuvieran muy buena relación. Algunas construcciones verbales a modo de ejemplo: soy su ojito derecho, eres mi ojito derecho, es tu ojito derecho, somos el ojito derecho de…
De esta expresión cabe decir que nunca la oí en la ciudad, siempre en los pueblos de la Sierra salmantina, pero ¿por qué siendo los dos ojos igual de importantes era el derecho el que la formaba y no el izquierdo? Posiblemente por esa tan arraigada creencia en la zona de que por el ojo derecho se veía más que por el izquierdo, no lo sé, pero fuera por lo que fuera, lo cierto es que era una expresión muy bella, y como quiera que desde que el mundo es mundo este sentimiento sigue aflorando en los seres humanos, por mi parte, en lo que alguien sea mi ojito derecho, la seguiré utilizando. ¿Y tú?

martes, 14 de febrero de 2012

Oficios

¡ Hola! La primera palabra que quiero presentarte es la palabra oficios. Los oficios, en las zonas rurales, eran las tareas domésticas, es decir, esas tareas que todos los días había que hacer en casa: las camas, barrer, fregar…
He aquí una lista de frases que salpicaban las conversaciones entre mujeres: “Hoy estoy tan cansada que no tengo ganas ni de hacer los oficios”. “Con los niños en casa no doy oficio hecho”. “Me voy que llegan todos a comer y no he terminado los oficios”. “Hay que ver las ganas de hablar que trae, parece que no tenga oficio en casa”. “No sé cuándo hace los oficios, siempre está en la calle”. “En cuanto acabe los oficios voy a echarte una mano”.
De esta palabra surgió la expresión estar o quedarse como sin oficio. La decía alguien que veía el final de un problema grave o se veía libre de una obligación penosa. Por ejemplo a la muerte de un familiar al que durante años enfermo se había tenido que cuidar. “Estoy, me he quedado como sin oficio”. Expresaba pues alivio, sensación de vacío.
La expresión no era otra cosa que la forma de decir lo duras que eran estas tareas. De la palabra hay que decir que siempre era pronunciada por las mujeres, nunca por los hombres, y era normal, los hombres, aunque la casa estuviera patas arriba, no hacían los oficios.
Las mujeres ¡qué remedio! siguen haciendo los oficios, incluso los hombres ¡qué remedio! se han sumado a hacerlos, pero ni en los pueblos se utiliza la palabra, ahora se hacen las tareas domésticas, las labores del hogar o la casa. Pero por mi parte, lo tengo muy claro, en lo que tenga que hacerme cada día la cama, limpiar el baño y colocar el lavavajillas, seguiré haciendo los oficios; tareas las tengo dentro y fuera de casa, las labores del hogar me parece que son otras que ahora no vienen al caso y hacer la casa se lo dejo para los albañiles y demás profesionales del ramo, que no están los tiempos para andar quitándole trabajo a nadie.