sábado, 8 de febrero de 2014

Tute

 ¡Hola! ¿Me prestas unos minutos? Los justos para hablarte de la palabra tute.
    Seguramente la conoces referida al juego de cartas en el que gana quien reúne los cuatro caballos o los cuatro reyes si mal no recuerdo, pero tras esta visita a mi mercadillo, la recordarás con otros sentidos bien distintos. 
    Tute, por un lado, significa hacer, u obligar a hacer, un esfuerzo excesivo, fuera de lo normal, por encima de nuestra resistencia, y por el otro usar tanto algo que ya hay que tirarlo. Fíjate en estos ejemplos:
    Ayer fui a buscar leña para el invierno y le di tal tute al burro por traerla toda en un día que el animalito hoy no da tres pasos seguidos.
    Miedo me da pensar en el tute que me espera el fin de semana, tengo que limpiar la casa de arriba abajo, y si deja de llover, podar los rosales.
    El verano pasado le di tal tute a las sandalias blancas que las dejé para tirarlas.
    Si quieres que este año vayamos a la romería, vamos, pero nada de andando,, en coche, que ya no está uno para esos tutes.
    No quería comprar el sillón, decía que prefería las sillas, pero se sentó en él un día para probar y vaya tute que le está dando.
    Aunque no tengas para otra, tira esa camisa, le has dado tal tute que la pobre ya no puede ni con los botones.
    ¡Vaya tute que me di ayer a traer agua! Cuando terminé ya no sabía si lo que traía en la cabeza era el cántaro o la fuente.
    Prepara agua fresca para cuando regresen los hombres del campo que hoy se han dado un buen tute a segar y con este calor...
   Esta palabra tan salmantina alcanzó el grado de cateta cuando gracias a los adelantos los trabajos en general y los del campo en particular, se hicieron más soportables, más llevaderos, menos duros, y cuando el nivel económico permitió que las familias no tuvieran la necesidad de tener que remendar la ropa, pegar y volver a pegar el calzado, reparar con puntos de estaño la loza y otras cosas imprescindibles en los hogares, pero sorpresa sorpresa, acabo de descubrir que los más jóvenes empiezan a utilizarla con el verbo tocar. Te cuento: 
    Laura ha encontrado su primer trabajo. Como tantos otros jóvenes, en una hamburguesería. Le han hecho un contrato de cuatro meses y con una jornada laboral de veinte horas semanales, pero ojo, nada de hacer cuatro horas diarias, puede que un día haga dos, otro cuatro, otro seis... depende de lo que decida su encargada basándose en las necesidades del servicio. Ayer viernes, a las siete de la tarde, me la encontré en una tienda, y he aquí nuestra conversación:
    —¿Estás de mañana esta semana? –pregunté tras saludarnos.
    —Ni de mañana, ni de tarde, llevo toda la semana sin trabajar.
    —¿Toda la semana? ¿Pero qué estás, de vacaciones o de descanso?
    —Ni de una cosa ni de la otra, es que mañana sábado y pasado domingo me toca tute.
    —¿Que te toca tute? ¿Y eso qué es?
    —Pues eso, que las veinte horas tengo que hacerlas en el fin de semana, a diez diarias, todas de un tirón.
    No estoy equivocada pues cuando digo que las palabras no mueren nunca, simplemente se quedan dormidas de aburrimiento cuando, a veces por dejar de necesitarlas, a veces por estúpidas modas, dejamos de usarlas, y algunas, como tute, ante la situación económica y laboral que atraviesa nuestro país, no tienen más remedio que despertarse.
    En tu trabajo ¿también tienes que hacer tutes cuando te toca? ¿Conocías la palabra? ¿Creías que acababa de nacer? Espero tu comentario.

martes, 4 de febrero de 2014

Engatusar

¡Hola! ¿Cómo estás? Yo encantada de recibirte en mi mercadillo. Si esperas un instante, te presento mi última cateta: engatusar. No es otra cosa que ganarse a alguien con zalamerías para conseguir algo.
    Es una lástima que esta preciosa palabra haya alcanzado el grado de cateta porque sigue habiendo engatusadores y engatusados. Para ejemplo, nuestros políticos. Quince días antes de las elecciones nos engatusan con sus promesas, consiguen nuestro voto en las urnas, y una vez en sus poltronas, nos destrozan la vida. ¿O no es verdad?