¡Hola! Hoy vengo al mercadillo con una cateta que a no pocos visitantes les traerá gratos recuerdos: plumier. ¿A que no me equivoco? El plumier era aquel estuche de madera donde los niños que hoy andan por los 60 llevaban a la escuela sus plumas, sus lápices y sus pinturas de colores. Eran preciosos y al abrirlos olían a prisa por aprender. Los Reyes Magos, aunque las plumas –de donde le vino el nombre- hubieran sido sustituídas por los bolígrafos, pocos años venían con un plumier de un piso o de dos, que también los había, y a veces hasta con un polígono para el sacapuntas y la goma de borrar. ¿Guardas alguno? Si es así, no se lo des a nadie, los bolígrafos lo prefieren a un vaso. Hasta pronto.
¡Bienvenido a mi mercadillo! Aquí podrás encontrar palabras y expresiones salmantinas que la cultura mal entendida arrinconó por catetas. Me parece tan impropio de los que tenemos el don de hablar avergonzarnos de ellas, que hoy, para ponerlas en el lugar que les corresponde, abro este mercadillo. ¿Te gustaría ayudarme? Espero tu visita y, si quieres traerme un regalo, ya sabes lo que me gusta: una cateta de tu tierra. Seguro que tienes muchas. Y antes de irte, ojea mi periódico.
domingo, 14 de junio de 2015
Plumier
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