miércoles, 23 de abril de 2014

Cuando Colón baje el dedo

¡Hola! La cateta que hoy saco de mi álbum de tesoritos para dejarla en mi mercadillo es una expresión muy peculiar. Se trata de una expresión que tiene su origen en la ciudad pero fue inventada y usada por los salmantinos de los pueblos. Casi me atrevería a asegurar que los capitalinos ni la conocen. Es la siguiente: Cuando Colón baje el dedo.
    Podría traducirse por nunca, muy tarde, espera sentado, entre otras frases por el estilo que manifiestan incredulidad ganada a pulso. Fíjate en estos ejemplos:
    
    --¿Falta mucho para que llegue el tren?
    --Por su hora cinco minutos, pero coma tranquilo, como de costumbre no vendrá hasta que Colón no baje el dedo.
    --¿Pero cuando piensas casarte?
    --Cuando Colón baje el dedo.
    Esta expresión no fue el fruto de una ocurrencia con suerte, fue la consecuencia lógica de un hecho que explico  con brevedad:
    Es de todos sabido que Cristóbal Colón estuvo muy ligado a Salamanca. De hecho fue huésped de los dominicos en su convento de San Esteban. Razón por la que a dos pasos del convento se encuentra la plaza que a finales del siglo XIX pasó a llamarse de Colón en su honor. En el centro de tan salmantina plaza se encuentra la estatua en bronce del descubridor con el dedo índice apuntando a América, y ahí sigue, con el dedo en alto.
    Salamanca, por aquellos días, era una ciudad que vivía de los estudiantes, de las prostitutas, de los portugueses y principalmente de los habitantes de los pueblos que iban y venían a comprar y a vender. Fueron estos los que ante algo imposible por las razones que fueran empezaron a exclamar “¡Cuando Colón baje el dedo!”, y hasta que no lo baje, aunque cateta, sigue valiendo. ¿O no?