lunes, 29 de mayo de 2017

Brasero y complementos.

¡Hola!: Encarna, que visita con frecuencia el mercadillo, me ha recordado que tengo pendiente de traer una palabra muy curiosa: brasero. Y digo curiosa porque es antigua pero no cateta.
     Catetas se dice de las palabras que se usaban en las zonas rurales y el brasero era más usado en la ciudad; en los pueblos, hasta que no llegaron las cocinas de butano, se prefería encender la chimenea, que servía para guisar y servía para calentarse, sin que esto signifique que fuera algo extraño. Por esto, aunque haya sido desplazado por la calefacción en la mayoría de los hogares, o a falta de ella por el brasero eléctrico, todos sabemos qué es un brasero. Lo que ya muchos ignoren es qué era la badila y la alambrera. Y he aquí la explicación:
     Badila: paleta de metal, redonda y de mango largo, con la que se removía el picón para que calentara más (echar una firma, que se decía por aquí, y que ya tiene su espacio en el mercadillo).
     Alambrera: caperuza de aros metálicos muy finos con las que se cubría el brasero para evitar que las brasas pudieran quemar las faldas de la camilla o la ropa que se ponía a secar. Esto era una imprudencia, pero las circunstancias obligaban, y casos hubo en los que el fuego se cobró sus víctimas desgraciadamente.
     Tampoco podemos olvidarnos del soplillo. Era de esparto, redondo, con un pequeño mango de madera, que servía para soplar las brasas que se ponían sobre el picón para prenderlo. Todo un arte aunque no lo parezca.
     Saluditos.