domingo, 22 de junio de 2014

Moro o mora

¡Hola! ¿Conoces esta cateta? Mora o moro, según…Bien, pues aquí te la dejo, con las explicaciones en un párrafo de uno de mis libros inédito: Bella Luna. Pero antes, una aclaración, por si las moscas: nunca se usó, ni la usan los pocos que lo hacemos, en tono peyorativo. ¡Ni mucho menos! 

     Una mañana de domingo, Tarri y Ñoto, cogieron a su hija en brazos y entraron en la iglesia para bautizarla. Iba muy linda con su toquilla de flecos color de rosa y su mantilla bordada en el mismo tono, pero ni más ni menos que cualquier bebé de Mimbres Blancas en semejante día. El cura empezó a santiguarse cuando oyó decir a Ñoto:
      --Quiero que se llame Bella porque es la criatura más hermosa de la tierra.
       No se había besado los dedos cuando Tarri añadió:
     --Y Luna porque es un pedazo de esa estrella de plata que sale por las noches.
     El cura tuvo que santiguarse de nuevo.
     --¡Jesús, José y María! ¡Qué barbaridad! Ese nombre no es cristiano, y si no lo llevaron los santos, ¿cómo va a llevarlo este ángel que simplemente por ser mortal está ya marcado por el pecado Original? Sus razones no justificarán ante Dios sus deseos. Por un lado, todos los niños son bonitos, y si no lo son, a nadie se le ocurre buscarle un nombre a juego. Piensen por un momento que su hija ha nacido con la cabeza como una calabaza y fea como una mona. ¿La habrían querido llamar Calabaza Fea? ¡Pues a no sacar las cosas de quicio! Esta niña es igual de bonita que todas y la luna no anda tirando trozos a diestro y siniestro. ¡Déjense de garambainas y díganme un nombre cristiano!
     Si el cura no cierra la boca, Tarri se lo come con sotana y todo.
     --¡O le pone el nombre de Bella Luna, o la dejo mora! Nota 1: Se decía antiguamente que estaban los niños hasta que eran bautizados. Fin de nota 1.
     Como el cura quería que todos los niños fueran cristianos, tuvo que ceder, pues sabía como se las gastaba Tarri, pero aprovechando que Tarri no sabía leer y escribir y Ñoto sólo lo hacía en minúsculas, escribió en el papel del bautismo un nombre con  mayúsculas  y al echar el agua bendita sobre la cabeza de la niña lo pronunció en latín para no delatarse. El cura quedó en paz con su conciencia y los Lláguez salieron de la iglesia más orgullosos que un pavo real con su Bella Luna. Así de exagerados eran  aquellos padres para su hija y especialmente la madre.