viernes, 16 de agosto de 2024

Morralla

¡Hola! Bienvenidos a mi mercadillo. Aquí estoy, con otra catetilla: morralla: quincalla, cosas de poca utilidad, despreciables incluso.

—Paga el café que vino tu hijo con los amigos a pedirme para un helado y mira qué morralla me han dejado en el monedero por no dejar a ninguno en blanco.

—Ni se os ocurra reñir a vuestras hijas por salir a la calle cargadas de morralla que a su edad no necesitan joyas, las joyas son ellas, y eso no es hacer el ridículo, es hacer lo que corresponde hasta que cumplan años.

Acabo de tirar toda la morralla de este cajón: invitaciones de bodas de matrimonios que ya están divorciados o con ganas de ir al juzgado, estuches de caramelos que tienen más años encima que el siglo, platillos de cerámica con recuerdo de Bilbao, de Vigo, de Zaragoza… y para qué seguir.

En su nombre mil gracias por darle el valor que como palabra tiene.
 

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