¡Hola!
¿Te ha gustado alguna de mis catetas? Pues a ver qué te parece ésta: ser de colmillo retorcido y tenerlo, que con ambos verbos hacía buenas migas.
¿Que si quería decir lo mismo? ¡Ni mucho menos! Ser de colmillo retorcido era ser astuto, falso, de mal carácter y enemigo de dar confianzas; tenerlo lo tenían los que gracias a su experiencia no se dejaban engañar, manipular o convencer fácilmente. Tanto en un caso como en el otro se utilizaba en contra del aludido, para afear su conducta, nunca para alabársela. En el primer caso, siempre lo entendí, en el segundo, nunca. ¿Por qué el tener experiencia estaba tan mal visto? -me preguntaba de niña, y en cuanto fui mayor, encontré la respuesta: eran malos porque los que quieren engañar y no lo consiguen, los que quieren manipular y no pueden, los que quieren convencer de algo que no deben tienen por sistema transformar su defecto en virtud y las virtudes de los otros en defectos. Así éramos los seres humanos, así somos y seguiremos siendo. Por lo tanto y hasta que las personas no cambiemos, seguiré usando esta expresión con ambos verbos, pero eso sí, con el verbo tener para las personas difíciles y con el verbo ser para las experimentadas.
¡Bienvenido a mi mercadillo! Aquí podrás encontrar palabras y expresiones salmantinas que la cultura mal entendida arrinconó por catetas. Me parece tan impropio de los que tenemos el don de hablar avergonzarnos de ellas, que hoy, para ponerlas en el lugar que les corresponde, abro este mercadillo. ¿Te gustaría ayudarme? Espero tu visita y, si quieres traerme un regalo, ya sabes lo que me gusta: una cateta de tu tierra. Seguro que tienes muchas. Y antes de irte, ojea mi periódico.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu visita